GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Ocho: La cirugía cerebral de la UCLA se llevó el libre albedrío de mi padre

Bethesda, Maryland

En mis primeros años de adolescencia, uno de los lugares donde me llevaron fue a un hospital en Bethesda, Maryland. Dos hombres trajeados me recibieron en el aeropuerto, me llevaron allí y esperaron a que una enfermera me ayudara a salir del coche y me llevara a la sala de emergencias. Me doblaba de dolor, tenía problemas para caminar debido a que los hombres trajeados me acababan de golpear en el estómago. Le dijeron a la vieja enfermera de cabellos grises con uniforme de color rosa con un pequeño delantal blanco, que tenía apendicitis y que me llevara inmediatamente a la sala de emergencias. No sé por qué, pero los hombres me habían puesto una rizada peluca rubia. Yo llevaba vaqueros, zapatillas de tenis y una camiseta.

Estaba aterrorizada y no podía valerme por mí mismo. La enfermera me hizo entrar y me dio la bienvenida con todo el papeleo Dos médicos, vestidos con traje quirúrgico completo me recibieron en la puerta de un quirófano de emergencias. Le dijeron a la enfermera que tomaban el relevo y me colocaron directamente sobre una mesa de operaciones, una máscara sobre la cara y una aguja en el brazo. Me habían puesto agujas en los brazos siempre, así que no era nada nuevo, pero me hizo daño. Me dijeron que no eran lo que parecían ser, y entonces me pusieron a dormir con algún tipo de anestésico, pero una parte de mí desde el interior los observaba y sabía exactamente qué estaba pasando. Hubo el gran riesgo de que realmente me abrieran y me sacaran el apéndice cuando yo no lo necesitaba. En vez de eso, me pusieron electrodos en la frente, en las sienes, en la cabeza, y auriculares en las orejas que emitían un sonido en un oído y otro sonido en el otro. Después variaban el volumen del sonido, rápidamente poniendo el volumen tan alto que era muy doloroso. Me sentí como si me volviera loca. Continuaron dándome electrochoques en la cabeza. Después me introdujeron algo en la vagina y me electrocutaron vaginalmente, luego otra vez en la cabeza, y siguieron esta rutina durante lo que me pareció una eternidad. Pude notar el olor de alcohol y podía sentir cuando me ponían algo frío como tijeras en la nariz. Hacía cosquillas y picaba. Después, un médico dijo: "Está en su sitio".

Dentro de mí todo era psicodélico por los medicamentos que me habían dado. Había un montón de colores y destellos de luz que causaban una sensación muy irreal. No sé cuánto tiempo me quedé allí.

Eventualmente, llamaron a una enfermera y le dijeron que me ayudara a volver al coche. Me dijeron que me había ido muy bien, que debería haber comido algo que me había enfermado. La enfermera puso mi brazo alrededor de su cuello y me ayudó a salir afuera. Tuve problemas para caminar, pero lo conseguí y ella me entregó de nuevo a los dos hombres trajeados.

Ellos, a su vez, me llevaron a una habitación oscura y me dejaron sola un rato y después me conectaron a alguno de sus propios equipos. Me senté en una silla mientras me ponían una venda alrededor de la cabeza y las muñecas, y me daban choques eléctricos mientras escuchaba algo que reproducían los auriculares en los oídos. No podía entender las palabras que oía, porque estaban todas mezcladas y me volvía loca tratando de entenderlas. Después me desconectaron y me dijeron que era hora de irse a casa.

Me subieron a un helicóptero militar con dos rotores, uno delante y uno detrás y me transfirieron a otro avión que no tenía los asientos regulares como en uno comercial. Sólo había unos pocos asientos a ambos lados y todo tipo de correas y equipos por el suelo. Fui tumbada en el suelo durante todo el vuelo.

Mi madre me recogió en el aeropuerto y me dormí en el asiento trasero de nuestro Cadillac hasta llegar a casa. Me acostó y casi no me podía mover. Sentía un montón de dolor y tenía náuseas, estaba enferma y agotada, me duró dos días. No podía comer ni levantarse de la cama. Sólo dormía en una nebulosa, dormía drogada. Mi madre sólo pensó que tenía otra vez la gripe.

Un montón de veces me llevaban a lugares para la programación. Tenían todo tipo de planes para llevarme a los sitios de programación - incluso conseguirme dejando tirado mi coche en la cuneta, una vez hube aprendido a conducir. Recuerdo cuando un hombre me dijo que saliera del coche, mientras otro me metía la capucha antes de traerme con una ambulancia al Hospital de Westlake. Después me llevaron en avión desde allí a donde ellos querían que fuese.

Recordé un incidente en el que estaba en una mesa de operaciones y vi una habitación llena de mujeres como yo, que también estaban colocando en literas con sábanas blancas encima, y todas estábamos juntas atadas con un solo cable. Había espejos por todas partes y mientras me desprogramaban me di cuenta de que todas estas otras mujeres eran partes de mí, todas se me parecían, pero tenían vidas distintas y diferentes trabajos. Esto es lo que me decían mis programadores para crear e imponer mis múltiples personalidades.

A veces había grupos de médicos o científicos que observaban desde sillas en un escenario circular que se elevaba hacia arriba. En este contexto los médicos hacían presentaciones sobre sus conclusiones a fin de mostrar la investigación y sus progresos para que pudieran obtener financiación adicional o permiso para hacer más investigación mental en áreas que querían explorar. El escenario donde se me estaba poniendo a prueba y mostrando a los médicos de largas batas blancas era bajo y cuando miraba hacia arriba había hileras de sillas circulares ascendentes en el escenario desde donde observaban. A veces, mientras estaba tumbada en la camilla, hacían brillar luces delante de mis ojos y los mantenían abiertos con una cinta, así que no podía evitar las luces. Me cegaban con un color durante mucho tiempo, como el blanco, y luego añadían otro color como el rojo o el verde. Era doloroso, así que me escapaba como si hubiera sido entrenada desde mi nacimiento para hacerlo, en una disociación mental, así no podía sentir el dolor. A menudo emparejaban electrochoques con luces brillantes y música o frases de palabras. En los momentos adecuados, mostraban una foto de Craig en un soporte frente a mí mientras yo estaba sentada en una silla que daba vueltas y vueltas. Hacían sonar canciones de amor mientras me giraban y cuando me detenía, veía la imagen de Craig y me sentía aliviada. Me decían que Craig era mi tabla de salvación y que romper una conexión con él era igual a la muerte. Más tarde durante mi vida, me hicieron este tipo de programación con fotos de mis hijos.


MI PADRE SE SOMETE A CIRUGÍA CEREBRAL
INSTITUTO NEURO-PSIQUIÁTRICO DE LA UCLA 1967

Cuando tenia16 años en verano, nuestro médico de cabecera, el Dr. Stoddard envió a mi padre al Instituto Neuro-psiquiátrico de la UCLA para que le operaran del cerebro. El Dr. Robert Rand fue el neurocirujano que realizó la operación. Mi padre nunca había tenido ninguna oportunidad. Los hombres trajeados venían a visitarnos y a supervisar en los momentos cruciales. Siempre estaban atentos y le daban golpes en las piernas y luego le hacían preguntas una y otra vez, y le decían qué debía hacer conmigo.

Hubo acontecimientos muy aterradores y espantosos para mantenerme bajo más control. Sólo puedo imaginar lo que hicieron con el cerebro de mi padre. El día antes de la cirugía programada, una enfermera entró en su habitación, mientras toda la familia estaba de visita antes de la operación. Le acercó una caja y le explicó, como quien no quiere la cosa, que el pelo que había dentro era de él, simplemente le habían afeitado la cabeza, y en caso de que él no se saliera con vida de la cirugía lo guardarían para volvérselo a poner en la cabeza cuando estuviera en el ataúd. Estas insinuaciones, junto con el abuso ritual que había sufrido anteriormente, fueron suficiente para hacerle disociar más. Hubo otras horribles eventos efectuados para asustarme para así tener una mayor disociación, creando un mayor control.

A mi madre y a mí nos dijeron que esperáramos en el vestíbulo del hospital hasta que vinieran a decirnos que la operación había terminado. Me llamaron por el altavoz con un nombre en clave y respondí a la llamada, fui hacia la habitación de mi padre. Un médico con una bata blanca vino a mi encuentro en la habitación y me dijo que quería que entrara en el quirófano y mirara. Al entrar, vi a mi padre con la cabeza abierta, con tubos por todas partes, en la cabeza, en la nariz, en el brazo, y me dijeron que mi padre ya no tenía ninguna autoridad sobre mí. Ahora él estaba totalmente bajo su control y, ahora ellos tenían un control total sobre mí. Luego me ataron a la cama de al lado y me dieron algún tipo de gas a través de una máscara que te ponen sobre la nariz y la boca. Me dijeron que volviera la cabeza para que pudiera ver todo lo que iban a hacerle ese día - se llevaron a mi padre muy lejos de mí y el doctor dijo que ellos quedaban al cargo de todo lo que me pasara a mí y a toda mi descendencia a partir de entonces. Yo no sabía qué significaba eso, pero sabía que era malo. Me hicieron algún tipo de cirugía. Me insertaron algo bajo las uñas y más tarde me dijeron que me trasladarían a otro lugar y que encontraría algunas partes en mi cuerpo con colgajos de piel que yo imagino que ellos los habían puesto. Probaron y experimentaron con implantes que después me implantaban a mí. Con algunos de estos implantes estaban tratando de ver si podían controlarme totalmente a distancia.

Más tarde, cuando mi madre vino a buscarme, me encontró sentada en la habitación de mi padre doblada con la cabeza sobre las rodillas, mientras que una enfermera de pie a mi lado le explicaba: "Se ha desmayado, eso es todo. Estará bien". Mi padre supero la operación y lo llevaron a cuidados intensivos.

Poco después, mis controladores me dijeron que mi padre había muerto en la operación, que lo único que tenía que hacer era recordarle con los ojos cerrados para darme cuenta que estaba muerto. Me dijeron que mi familia 'real' se haría cargo ahora y que tenía que entender que en realidad era mejor así. Y, aunque exteriormente todo parecía seguir siendo lo mismo, nada era igual. La esencia de la vida de mi padre se había ido totalmente, no tendría nunca más control de sí mismo. Mi hermano Rick se hizo cargo del negocio familiar y yo empecé a viajar más, a nivel internacional.

Meses después de que mi padre saliera del hospital, entró en mi habitación y se sentó en el suelo al lado de mi cama mientras yo estaba estudiando. Enojado y muy emocionado, que era muy inusual en él, dijo: "Cariño, están pasando grandes cosas y he perdido tu control". Las lágrimas corrían por el rudo rostro de mi padre. Yo no sabía cómo reaccionar. Mi machista padre nunca lloraba. No se me ocurrió interrogarle o preguntarle qué era lo que trataba de decirme. Así que lo olvidé, junto con cientos de preguntas y reflexiones que cualquier hija normal, no programada hubiera podido pensar en preguntar.


INSTITUTO DE ENSEÑANZA SUPERIOR

Algún tiempo después, me llevaron a un hospital de Montreal. Mis controladores le llamaban un "Instituto de enseñanza superior", pero en vez de enseñanza superior, me pusieron una bata de hospital y me mantenían drogada y con restricciones. Allí se creó y mejoró dentro de mí una muy importante personalidad francesa. Si no hubiera cooperado me habrían metido en una oscura celda acolchada hasta que "hubiera entrado en razón" y hubiera empezado a comportarme adecuadamente. Había visto durante años lo que le habían hecho a mi padre y ya no podía aguantar más. No tenía nada que perder por no cooperar.

Desde una de sus personalidades que tenía "conocimiento" y antes de que la cirugía cerebral se llevara lejos su libre albedrío, mi padre me dijo: "No debes hacer lo que te dicen bonita, quieren tener tu mente". Años más tarde tal como iba recuperando piezas de mi memoria, me permitieron ver toda la escena, recordé numerosas ocasiones en que mi padre se metía en programas para ayudarme a salir de mi abuso.

Incluso me daba sugerencias para sanar y juntar mis personalidades. Muchas veces me he preguntado si esto fue una de las contribuciones más significativas para mi exitosa curación de lo que puedo imaginar.

"¡Todo lo que ahora se oculta algún día saldrá a la luz! " - La Biblia Viviente.






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