GRACIAS POR LOS RECUERDOS / Capítulo Diecisiete: El rat pac

"Dios los cría y ellos se juntan..."

Estaba programada para mantenerme delgada, bronceada y tonta, y para comportarme como un estereotipo de rubia tonta. Un cálido y hermoso día de verano del sur de California, me sacudí la arena de la playa de Malibu del bikini y de los pies, y subí al coche para bajar por la Pacific Coast Highway hacia mi próximo trabajo. Vestida con sólo el bikini, un corto vestido blanco de encaje y las sandalias, me dirigí hacia el Palacio de Justicia de Malibu. La mujer de la recepción me saludó con la mano desde las habitaciones privadas del juez.

Sin dudarlo, entré en la oficina del juez y me senté sobre el regazo del juez Merrick - arena, bronceador, y todo eso. Se echó a reír, se echó hacia atrás, y disfrutó de la atención que yo precozmente le realizaba con mis actos sexuales. Lo satisfice sexualmente y me fui tan rápido como había llegado. Bob tenía una broma para que yo les dijera a los jueces como un recurso para la variedad de experiencias con los orgasmos. Cuando un juez llegaba al orgasmo yo estaba programada para decirle, "Aquí viene el juez, aquí viene el juez", como decían en el Laugh -In, el popular programa de televisión de la época.

Bob también me había inculcado las mejores canciones, como si fuera una máquina de discos. Yo tenía una personalidad dentro del sistema que improvisaba versos de canciones en el momento perfecto para que encajaran en una situación social de una manera inteligente. Tenía personalidades que podían cantar las canciones de una forma muy parecida en la que los artistas originales las cantaban. Me sabía las letras perfectamente y cantaba con las inflexiones y los tonos similares a los de los cantantes. Mucha gente pensaba que era muy hábil cuando hacía encajar una canción en una conversación, pero en realidad estaba programada para hacerlo.

Bob me enviaba a tener relaciones sexuales con Casey Kasem, el disc jockey de la KRLA. Después, al día siguiente, tenía que escuchar aquella emisora durante todo el día porque yo les había dado crónicas e historias sobre los cantantes de canciones populares actuales antes de que grabaran sus discos. Bob decía que tenía que escucharla todo el día, ya que era importante para "mantener mi tapa cerrada". Bob me decía que pensara en mí misma como si fuera un cubo de basura y que eso no importaba, que él siempre estaría allí para sostener la tapa. Utilizó este tipo de memoria papelera - embutidora y codificador de ideas en mí durante mucho tiempo. A mi hermano mayor, Jim, sin duda, bajo su propia programación, se le utilizó para ayudarles a mantenerme a raya teniéndome viendo Barrio Sésamo. Me decían que me sentara delante de la televisión y mirara igual que sus hijos y si mis ojos se apartaban de la pantalla mi hermano tenía que golpearme en los nudillos. Viendo el cubo de la basura del personaje el Monstruo de las galletas de la serie 'recordaba' que debía 'mantener la tapa cerrada'.

En ese momento de mi vida, estaba terminando la escuela secundaria, y aunque mis padres y consejeros escolares me recordaban que yo no era material para la universidad, me quedé con ganas de asistir a la universidad junior en Pierce College en Woodland Hills. Craig y yo habíamos sido novios desde que teníamos trece años y con la excepción de una breve ruptura en la escuela secundaria, no había tenido citas con otros chicos. Craig se preparaba para ir a la Universidad de Colorado. Yo era completamente inconsciente de que el secreto ligado a mi vida eran una serie de encuentros sexuales discretamente escondidos con hombres poderosos, pero, en posiciones diversificadas.

Me filmaron pornográficamente en muchos lugares, incluyendo Woodland Hills, Hollywood, Malibu, Bel Air, Studio City, otras áreas del Valle de San Fernando, y variados lugares de todo California. También trabajé durante un corto período de tiempo para la Harold Anderson Construction Company en Bel Air, pero no recuerdo exactamente lo que hacía cuando trabajaba para él. Recuerdo mucha de la pornografía que se filmó en esta etapa de mi vida y el nivel de filmación del porno era más profesional. Había temas, disfraces, música, maquillaje profesional, accesorios especiales y de iluminación. A personalidades de dentro de mí se les enseñó cómo trabajar con la iluminación para adoptar la mejor posición y mover el cuerpo para que el equipo de filmación pudiera obtener las mejores tomas. Una vez finalizado el rodaje, iba a casa de mi madre y mi padre en Woodland Hills y más tarde incluso podía ir a una cita con Craig, totalmente convencida de que era una novia inocente, leal y cariñosa. Debido al control mental al que estaba sometida, no tenía manera de saber que me estaban dirigiendo hacia lo que no era una vida normal, como una adolescente normal, en una familia normal, en Woodland Hills.

El amplio contacto que había tenido con Bob Hope cuando era una adolescente y durante mis primeros años 20 me mostró que Bob era mucho más que un artista. El entretenimiento para él era en realidad sólo un pasatiempo ingenioso. Fui testigo de su participación como parte estratégicamente colocada, influyente e integrante de un grupo subterráneo secreto que pretendía controlar el mundo. Tenía vínculos directos con la Casa Blanca, pero no líneas telefónicas directas como tenía Nelson Rockefeller. A través de mi afiliación con Bob Hope, conocí e interactué con hombres de negocios muy poderosos, políticos y famosos.

Me llevaban en avión a un pequeño aeropuerto de Palm Springs para estar con Bob y sus amigos. Me recogía una limusina plateada y me llevaba a su casa. Los hombres trajeados me venían a buscar y me llevaban con Bob, allá donde él estuviera - en casa, en el campo de golf o en la ciudad. Antes de ser entregada a Bob, me daban ropa, zapatos y joyas para adornarme.

Si Bob estaba en una reunión o en el club con 'los chicos', me hacía un gesto para que me acercara a él y me decía: "Déjame que te eche un vistazo bonita". A menudo levantaba las cejas como diciendo si yo merecía su aprobación y / o si estaba suficientemente atractiva para él, y entonces me atraía hacia él y me sentaba en su regazo. Quería mostrar a sus amigos que él tenía lo que llamaba "una joven dulce". Dependiendo de la gente con la que estábamos, él me presentaba como su sobrina, su incipiente estrella prodigio, o su "dulce jovencita". Bob muy a menudo me presentaba como su "sobrina preferida, Sharon Weatherby". Supongo que dejaba que la gente sacara sus propias conclusiones. Pero él nunca se refería a mí por mi nombre - ¡NUNCA!

A menudo acompañaba a Bob el campo de golf de Palm Springs. Un día él iba vestido de manera informal, con pantalones azul claro, camisa de color amarillo pastel, cinturón blanco y zapatos blancos de golf. Había varios hombres jugando al golf con él. Yo sólo estaba allí para servir a Bob. Tenía diecisiete o dieciocho años, estaba delgada, bronceada, era rubia y llevaba un vestido blanco minúsculo, con tirantes finos. Llevaba unas sandalias blancas de las que surgía mi dedo gordo y atadas con una correa alrededor del tobillo, con un corazón de oro en el tobillo izquierdo. Bob o los hombres trajeados siempre me lo daban todo para vestirme. No me invitaron a jugar al golf, pero me dieron instrucciones de mirar y ¡SONREIR! Este día en particular Bob cantó para mí, como lo había hecho en otras ocasiones cuando se sentía alegre de espíritu, "Abróchate el abrigo, ten mucho cuidado de ti misma me perteneces". A menudo cantaba y bromeaba conmigo como si yo fuera, en realidad, capaz de reaccionar y responderle. Como cualquier esclava programada, era más que complaciente y sonreía constantemente.

Después de jugar al golf, íbamos todos en la casa del club y cenábamos. Una señora con una cámara, se acercó intentando fotografiar a Bob. Los hombres trajeados se lo impidieron. La gente a menudo trataba de hacer fotos pero él enviaba a alguien para cogerles la cámara y sacar la película. Comentaba como eran las personas de groseras por interrumpir o invadir su privacidad de esa manera. Normalmente, no había muchas (si es que había) personas en los lugares que frecuentábamos, salvo que fuera en un espectáculo y además tenía los guardaespaldas para protegerle.

En aquella cena, cuando a su grupo masculino se le ocurría algún tema "sensible". Bob me pedía que me fuera a espolvorear la nariz un rato y me daba un poco de dinero. Yo sabía que esto significaba que tenía que estar fuera un buen rato. Después de haber pasado lo que parecía "un buen rato", me quedaba esperando para ver si me hacía una señal para volver a entrar, como era su costumbre. Finalmente, me hacía una señal con la mano para que me añadiera y me subía a su regazo.

A veces, Bob se reunía con hombres que reconocí como agentes del Servicio Secreto de verlos antes con Richard Nixon y Ronald Reagan. Tras estas " reuniones" solíamos ir en limusina a un hotel o en su casa cuando allí no había nadie. La mayor parte del tiempo su esposa, Dolores, no estaba en casa.


BOB Y DOLORES

En otras ocasiones, cuando estábamos con gente y él quería que yo me fuera, Bob me acariciaba el culo y me decía adiós con una sonrisa. Entonces los hombres trajeados venían a buscarme. En general, me devolvían a su casa para prepararme para un evento nocturno. Bob disfrutaba teniendo gente alrededor. Hacía fiestas a las que asistían muchas personas famosas. A veces me regalaba a uno o a más de uno de sus amigos por la noche, pero yo estaba programada para regresar a dormir en su habitación. Salvo que Dolores estuviera en casa. Dolores a menudo no estaba, pero cuando estaba, yo solía volver volando rápidamente a mi casa.

Me parecía raro las pocas veces que vi a Dolores en una fiesta, sabiendo que yo estaba teniendo relaciones sexuales con Bob y la había acompañado a diferentes lugares con sus amigos y socios de negocios. ¡No se me ocurrió cuestionar lo que Dolores pensaba que hacía su marido!

Bob me presentó a muchos de sus amigos "famosos". En las reuniones, rodeándome con un brazo daba codazos a los chicos y les decía: "¿Por qué debería yo de querer estar con un saco viejo como Dolores, cuando puedo tener eso?" Y sus amigos reían y asentían con la cabeza.

Aunque mi programación mantenía estas actividades ocultas de mi mente consciente, luego me despertaba tarde por las mañanas en mi cama en Woodland Hills, ardiendo, con los ojos rojos, sintiéndome totalmente agotada, pensando que había pasado toda la noche durmiendo. Yo no era capaz de entender que el agotamiento en realidad el causaban la falta de alimentos, de agua y de sueño, junto con las drogas y los electrochoques a propósito de la programación.

Bob tenía mucha seguridad en su casa de Palm Springs. Las luces del exterior de su casa se encendían automáticamente de noche cuando un coche se acercaba. También tenía numerosas alarmas y sistemas de seguridad en la casa, incluso un monitor de televisión como el que Reagan tenía en su rancho. Cuando yo llegaba, me hacía sentarme en la cama y él se sentaba en la silla y decía: "Bueno, déjame escuchar". Y le recitaba lo que Henry Kissinger había dicho que le dijera.

Bob no tenía todos los sofisticados códigos numéricos para mis archivos mentales que Henry había hecho. Así lo quería Henry. Oí a Henry hablándose a sí mismo en voz alta delante de mí, diciendo: "Quiero que estés a salvo y segura". Henry introdujo en mi sistema de información instrucciones personalizadas para decirle si Bob intentar nada fuera de lugar. Tenía órdenes de informar a Henry si Bob trataba de acceder a información en que él no estaba involucrado y se suponía que no debía estar al corriente. Henry decía: "No es asunto de su incumbencia"

Dolores Hope ya era mayor cuando Bob hacía el moscardón a mi alrededor, así era él, que casi tenía cincuenta años más que yo. A ella no le gustaba que yo estuviera por allí y, por desgracia, Bob no tenía ninguna excusa para justificar mi presencia, a diferencia de Reagan. Reagan podía decir que era su secretaria o asistente, pero Bob le había dicho a su mujer que pasaría mucho tiempo conmigo para "prepararme" para los espectáculos para los chicos.

Recuerdo haber oído a Dolores quejársele mientras yo todavía estaba, una mañana después de una fiesta en Palm Springs. Él mintió y le dijo que yo había venido a la fiesta con otro hombre. No es que yo no tuviera relaciones sexuales con frecuencia con muchos de sus amigos y compañeros de trabajo, pero esta vez no había sido así. Cuando Dolores se enfrentaba con él en estos temas, Bob se ponía de pie a sus espaldas, y al igual que un niño, hacía muecas insinuando que ella no paraba y seguía una y otra vez y que estaba aburrido hasta llorar. Él la escuchaba, haciendo mímica detrás de ella, y luego nos íbamos juntos hacia el campo de golf. Pero, ante ella, siempre hacía el papelón, era cariñoso, y la enviaba a comprar o de vacaciones. Bob le decía mucho "querida" a Dolores. Se lo decía cuando tenía que presentarme a algunos de sus socios de negocios para que yo supiera de qué iba la cosa. De hecho era un parapeto, sólo una cubierta para utilizarme para el sexo. Aunque conocí a un montón de empresarios y amigos de Bob y que yo iba con él, a veces, para ensayar para los shows y hacer las grabaciones de voz en off de algunos de las giras, la mayor parte era para su placer sexual y para mostrar a sus viejos amigos que aún podía tener "cosas jóvenes"

Ciertamente nunca fui por voluntad propia. Yo era una completa esclava, bajo un control mental total, sin ninguna posibilidad de elegir conscientemente por mí misma quién fue o donde querer estar, o ¡incluso saber quién era yo en realidad! Yo no era consciente de que estaba siendo utilizada de esta manera. Simplemente pensaba que era una estudiante normal y seguía teniendo la creencia de que llegaría virgen a mi cama matrimonial.

A veces, la artista Phyllis Diller, iba a las fiestas de Bob. Era muy ruidosa. Yo no le importaba nada y sólo me dejaba de lado. Siempre bromeaba. Phyllis y Bob hacían una broma detrás de otra. Una vez, cuando yo sonreía a Bob con adoración, ella me dijo gritando: "Quítate esa sonrisa de la cara". Luego hizo una ruidosa carcajada, y eso me asustó. Bob me decía que no me fijara en "aquel saco viejo", así que traté de hacerlo, pero ella era tan ruidosa que era difícil ignorarla. Traté de evitar la desaprobación de Phyllis Diller a toda costa.

Hubo un tiempo que el dormitorio de Bob estaba decorado con un gran estampado floral con el fondo de color crema. Tenía un cabezal de cama y unas mesitas de noche de madera y un gran armario. A veces había flores frescas colocadas en la habitación o una en la almohada. Bob generalmente tenía un camisón nueva esperando en la cama para que yo me la pusiera y, a veces en la cama había puesto sábanas de satén. Un cajón de su habitación estaba lleno de todo tipo de ropa interior sexy, sujetadores, camisones, y así sucesivamente, y me decía que eran sólo para mí. Él siempre iba al cajón y seleccionaba lo que yo me tenía que poner. También tenía ropa en el fondo de su armario que sólo eran de mi talla. No sé quién la debía comprar, pero siempre me encajaba. Usualmente yo estaba programada para mantenerme en una "perfecta talla seis", aunque hubo momentos en que estuve por debajo y hacía una talla dos o cuatro. Debería pesar unas 99 a 102 libras entonces (sobre los 50 kilos) y medía 5 '5 "de altura (1,67 metros). "Joven y bonita", como él solía decir.

Desde que estoy fuera de la programación y hablo en público, he conocido otras esclavas sexuales programadas, que también estaban con Bob. Lo más probable es que todas estuviéramos programadas para tener la misma talla, y Bob sólo decía que la ropa era para mí, pero estaba a disposición de muchas de sus chicas. Bob las prefería de entre 18 a 20 años.

Bob tenía un pene de tamaño medio. A veces, Bob me asustaba teniendo sexo, cuando llegaba a ponerse agresivo, pero físicamente nunca me hizo daño. Él me "dejaba" hacer de todo sexualmente yo había sido entrenada y programada para hacerlo, pero le gustaba llegar al orgasmo a su manera. Después se iba a dormir. A medida que se iba haciendo mayor, se volvía más malo y más extraño e inconscientemente yo le odiaba. Había un pequeño utensilio de metal de alta tensión para el ganado que Bob me introducía en la vagina a veces. Lo usaba conmigo después de tener sexo por la noche cuando estábamos en la cama. Después de esto "se apagaban las luces" y yo ya no recordaba nada más.

Bob a veces me abofeteaba, si me pasaba de la raya, esto también formaba parte de un programa para mantenerme a raya. Cuando me abofeteaba, cambiaba a una personalidad diferente y entonces yo era más feliz, más "agradable", como decía él, y me levantaba la barbilla y me daba un beso. Una vez cuando estaba enfadado conmigo por alguna infracción de las reglas, Bob gritó, "¡Sólo eres una muñeca de saldo - un juguete para mi placer y no lo olvides!"


DE HUGH HEFNER

Bob se refería a mí durante mis primeros años de adolescencia como su "conejita". Era amigo de Hugh Hefner y Hugh iba a veces a las fiestas de Bob. Siempre llevaba al menos dos mujeres con él, normalmente rubias.

Starlite era mi personalidad de la que Bob decía que tenía que se su "estrella". Me llamaba Starlite y a otras personas cuando iba del "brazo" con él les decía que me estaba dando una "empujón" en la industria. Tenía instrucciones para que Starlite llevara una raya al lado del peinado con el cabello cayendo sobre un ojo para tener una mirada sexy. Ella se comportaba de una manera muy sexy. Cuando Bob me llevaba a las fiestas le decía a todo el mundo que me estaba poniendo a punto, que tenía un talento enorme y potencial dentro de la industria.
Bob me llevó a varias fiestas en el ático de Hugh Hefner en Los Ángeles. En una de estas ocasiones, Bob salió a por todas con su vestimenta. Llevaba un traje gris y un pañuelo con una camisa de esmoquin blanca, un sombrero gris y guantes blancos. Se le veía 'pulcro' pero viejo para mí, aunque su ropa estaba perfecta - sin ninguna arruga. Había un panel en la puerta, con pequeños botones de plata que había que pulsar en una determinada secuencia para acceder al ático de Hefner. Bob conocía el código numérico. Vi esa mano perfectamente cuidada que salía de la limpia, pulcra, blanca manga de la camisa almidonada que salía de la chaqueta negra mientras él marcaba la secuencia.

El ascensor del ático de Hefner tenía espejos y Bob dijo: "Estás muy bonita esta noche, tesoro". "Gracias, Bob". Le respondí mientras me agarraba por detrás del codo y dándome la vuelta dijo. "Mira en el espejo. Puedes verte a ti misma una y otra vez y otra vez sin fin. Como en los archivos, caeremos por una ranura como ocurre en la máquina de discos cuando se ha seleccionado un disco. Esta noche quiero seleccionar una chica sexy para bailar que sea bonita, inteligente y sumisa. Ser sexy es siempre la calidad más importante. ¿Lo entiendes?" Después de que yo lentamente asentí con la cabeza, continuó, "tienes que quedarte a mi lado esta noche. No habrá interrupciones, así que no preguntes nada. Sólo quédate a mi lado. ¿Está todo claro?"

Sonreí y le dije que sí. A continuación me dio la vuelta hacia el "espejo infinito" utilizado para "recordar" para elegir una de mis muchas personalidades, y entramos en el ascensor al abrirse las puertas momentos después.

El vestido que llevaba crujía mientras caminaba y llevaba una capa de color negro a juego. Cuando llegamos, di mi abrigo al portero, un hombre alto y guapo con esmoquin. Y él, a su vez, la entregó a otro hombre y dijo: "Esto es de la señora que viene con Bob"

Cogiendo mi capa, el portero más viejo me miró a los ojos, e inclinando la cabeza, dijo: "Señora", antes de irse con mi capa y el bastón del espectáculo de Bob.

Bob me cogió por el brazo y me guió hacia la chimenea, donde una chica pintada como una cebra caminaba por el fuego sin quemarse. Su voluptuoso cuerpo desnudo estaba completamente pintado con gruesas rayas de pintura en blanco y negro. La pintura le daba la apariencia de ir vestida, pero se podía ver claramente que estaba desnuda. Sonrió a Bob y continuó bailando con gestos muy seductores dentro de un área muy pequeña. Tenía una mirada lejana muy inquietante en los ojos.

Había ventanas todo alrededor y de noche se podía ver una impresionante vista panorámica de todas las bonitas luces titilantes de la ciudad a sus pies. Parecían joyas encima de un fondo de terciopelo negro. Bob me decía que cuando iba con él "del brazo" de noche él me pertenecía, pero en otros momentos, era de cualquier otra.

A las estrellas les gustaban sus fiestas, porque nadie se quedaba boquiabierto con ellos como los fans lo hacían en lugares públicos. Todo el mundo era más equitativo y podrían disfrutar de ser normales como la otra gente cuando estaban a gusto con sus compañeros. Las fiestas de Hefner eran el lugar donde muchas estrellas se reunían y compartían, un patio de recreo para las estrellas y sus compañeros de juego. Parecía que la gente flotaba dentro y fuera de las fiestas de Hefner y había momentos en que no había mucha gente. Por lo que vi la gente no necesariamente iban a la fiesta para estar todos juntos. Era más bien como un lugar donde la gente se estimulaban, se cautivaban y entretenían para poder tener sus propias experiencias privadas y diversión. La casa de Hefner era muy moderna, llena de líneas afiladas y ángulos con un montón de cristales, y era una especie de lugar de encuentro de las estrellas y la clase alta adinerada.

Bob sacaba ideas de las fiestas de Hefner que luego utilizaba en sus propias fiestas en "the Springs". Las fiestas de Bob eran pura clase, al estilo Hollywood más exquisito. Tenía también fiestas salvajes y alguna noche hacían orgías.

Al darse cuenta de que Bob había llegado, Hugh Hefner se acercó y le estrechó la mano. Bob dijo: "Hal, esta es mi bromista... quiero decir mi pareja". Ambos rieron y Bob se inclinó y le dijo algo que no pude oír. Hefner nunca se detenía mucho en hablar con Bob en las fiestas.
"Bob, me alegro de verte". Se estrecharon las manos otra vez y Hefner colocó la otra mano en el codo de Bob y dijo: "Ahora vuelvo, no te vayas, tengo que cogerla antes de que se escape". Pareció que saludaba a sus invitados y luego rápidamente se disculpó. Al cabo de un momento, volvió y dijo: "Entra en la cocina"
Bob se burló y le dijo: "¡Te seguiré a cualquier sitio donde estén las chicas!" Así que seguimos a Hefner hasta la cocina, donde un montón de conejitas playboy vestidas con los tradicionales trajes de conejito negro con pajaritas blancas y negras, medias de red, y zapatos de tacón negros estaban ocupadas preparando las bandejas de comida. Bob levantó las cejas y con un evidente énfasis sexual, gritó: "¡Qué hay para comer!"

Todas las chicas se giraron y se pusieron a reír y mirándolo seductoramente cantaron, casi al unísono: "¡Hola, señor Hope!" Una conejita dijo: "¡Yo estoy disponible!" Y se rió mientras arreglaba los pequeños cuadrados de mantequilla donde había impresa la imagen del playboy.

Bob dijo: "Bueno, podrías ser el quinto plato, tesoro. Tratándose de ti y encontrándome con este plato". "Sí", dijo ella en broma.
Bob miró a su alrededor, "¿Alguna otra?" Ninguna aceptó pero sonrieron cordialmente. Bob me llevó de nuevo a la habitación donde la joven cebra seguía bailando. "¿Todavía está con esto?", dijo y yo le hice una sonrisa de adoración, tal como estaba programada para hacerlo.

Bob cogió una bebida de una bandeja que le ofrecía una conejita y cuando me ofreció a mí una selección de las diferentes bebidas, debido al programa, sonreí y recité: "No gracias, ya he tenido suficiente por esta noche". Aunque yo en realidad no había comido ni bebido nada durante horas. Bob era bueno cogiendo una copa y luego dejándola en cualquier lugar, de hecho no quería que nadie supiera que no se la había bebido. Más tarde tomaba otra o dos, pero pocas veces bebía mucho antes de dejarlas abandonadas y seguir adelante.

Hugh Hefner tenía un entretenimiento extraño, exótico, a sus fiestas... mujeres desnudas pintadas como animales... o como animales salvajes domesticados, como leones que eran 'adiestrados' por una conejita playboy. Una vez incluso tenía un hombre vestido de Tarzán azotando a una playgirl vestida de Jane. Ellos decían que a la chica en realidad no se la dañaba, que era sólo una ilusión. No sé si esto era cierto. Había a menudo escenas como ésta - espectáculos mágicos de sexo.

Bob me encargó que prestara atención, mirando los conejitos de playboy para poder adquirir las 'habilidades de conejita' y aprender algunos de los movimientos para nuestros shows con las tropas o para acabarme de pulir para estar a punto y lista para los Rockefeller. Bob estaba muy impresionado con los Rockefeller. Me llevaba con Hefner porque quería que yo fuera "entrenada como una conejita". Bob me colocaba collares de playboy y en otros momentos me ponía un collar de diamantes alrededor del cuello para ciertas ocasiones. Era una sola hilera de diamantes que se ajustaban firmemente alrededor del cuello. A Bob le gustaba que yo las llevara en privado. Me decía que me estaba "entrenando" y que se trataba de "diamantes de entrenamiento". Decía que haría bien acostumbrándome a utilizar diamantes porque sería bien tratada toda mi vida, y a veces él me llamaba su princesa.

Comida, bebida, lo que fuera que alguien pidiera, excepto yo, siempre estaba disponible en las fiestas de Hefner.

Las fuentes de champán eran populares en aquellos días. Si alguien me daba una bebida - champán, vino, etc., a veces Bob me dejaba cogerlo y luego rápidamente él lo tiraba a la basura. Bob me decía que cogiera la copa de champán, pusiera buena cara y sonriera, pero ni probarlo. "Ni un trago", decía. Así que no lo hacía. Me decía: "Un pequeñísimo pequeño sorbo es todo lo que haría falta para que tu carroza se convirtiera en una calabaza y tu hermoso vestido en harapos. No queremos que esto suceda, ¿verdad?" Esta referencia a los clásicos de Disney, ligada a mi mente subconsciente de nuevo en la programación de la Cenicienta que me habían instalado a propósito de su control y el de otros.
Sonreí dulcemente y le dije: "No, Bob". No se me permitía comer ni beber. Bob me hacía decir que acababa de comer y que no tenía hambre.

Hefner era bastante inasequible en sus propias fiestas. Nunca supe por qué. Una noche, tenía la conejita de las últimas páginas centrales haciendo un pequeño espectáculo para un pequeño grupo de invitados. Llevaba un vestido rojo con lentejuelas en el cuerpo, tacones rojos y una pluma en la cabeza. Estaba bailando por allí y se desnudaba para los clientes. A los hombres les encantaba y aplaudían y decían: "repite esto, repite esto..." pero ella se fue y no volvió.

Había habitaciones donde la gente podían ir a tener sexo si querían. Un dormitorio con una gran cama con dosel con sábanas de satén negro y un edredón. Bob me aparcó en la esquina de la habitación mientras él tenía sexo con la conejita de playboy que al principio le había hecho proposiciones. Hacía a menudo este tipo de cosas. Tenía relaciones sexuales con una chica que estuviera disponible en una fiesta y después hacía sexo conmigo o sólo le hacía sexo oral, no era extraño, dependía de sus caprichos para esa noche. Bob tenía a esa chica en la cama y la besaba y la maltrataba y luego se la puso encima y ella terminó. Parecían haber olvidado que yo estaba en la habitación. Ella tenía unos pechos firmes, realmente grandes, y a Bob en realidad siempre le gustaban las que estaban como él decía, "plenamente dotadas". Cuando terminaron se levantaron de la cama y Bob le besó la mano y ella se vistió y se fue, cerrando las grandes puertas dobles de madera detrás de ella. Bob hizo señas para que me acercara a él y le recogiera la ropa del suelo y empezara a vestirlo. Siempre le gustaba este juego. Yo le sostenía los calzoncillos y él primero metía una pierna y luego la otra. Mientras yo le ayudaba, decía, "no sé qué haría sin ti, niña". Yo sonreía amorosamente como decía la programación y le daba la camisa y la ayudaba a ponersela. Abrochar los botones era difícil y él decía: "¡Afortunadamente, cuesta menos "participar" de lo que parecía para desahogarse!" Y luego se reía de su propia broma sexual.

Bob decía: "El sexo es un estado de ánimo. ¡Un estado en el que me gustaría vivir! "Yo me arrodillaba y le ponía los calcetines y los zapatos de nuevo, le peinaba y reaparecíamos juntos y volvíamos a la fiesta. Yo no conocía a la mayoría de gente.

Bob le dijo a un hombre corpulento con esmoquin al que tampoco reconocí, "Esta es mía"
"Es un placer conocerlo, señor". Dije sonriendo.
Rápidamente, Bob dijo en broma: "Se formó en la Escuela de modales de Gloria Swanson". Y todo el mundo incluso aquel hombre se pusieron a reír. El hombre me cogió de la mano educadamente pero también reía. Siempre he pensado que la gente se reía de mí porque yo era estúpida, no era capaz de ser consciente de que se estaban riendo de los chistes de Bob. Yo nunca podía "entender" los chistes, porque estaba programada para no ser capaz de pensar.

Si no había nada disponible sexualmente para él, Bob me llevaba a un hotel o íbamos a casa y teníamos relaciones sexuales. Siempre marcaba, en ambos sentidos.

En otra fiesta de Hefner, cuando llegamos, Bob dijo a Hefner: "Mira quien me ha seguido hasta casa". Hefner dijo: "No está mal Bob, no está mal. Hey, dime, ¿donde estabas caminando ? ¿Hay más como ella?"
Bob dijo: "No, rompieron el molde tras hacerla".
Hefner se rió y se dieron la mano de nuevo. Él utilizaba las dos manos en el apretón de manos con Bob. Extendía la mano en un apretón de manos normal y luego ponía la otra mano encima. De acuerdo con su rutina habitual, Hugh Hefner decía: "Bob si me disculpas, tengo algunos asuntos importantes que atender. Disfrutad tu y tu señora. De esto es de lo que se trata aquí". Y le hacía un guiño y se alejaba.

El Tarzán, Jane, y el león estaban en aquella fiesta. El tipo que hacía de Tarzán tenía mucho maquillaje que le daba un aspecto bronceado y tenía el pelo rubio y un cuerpo bonito. Así como Jane. El león era muy pequeño. Se me permitió tocar el pelo moreno de la espalda que estaba tan limpio que parecía que lo hubieran afeitado de una manera uniforme. De repente, el león se volvió y abrió la boca lo que realmente ¡me asustó! Tenía los dientes grandes. Bob se rió de mi reacción y me dijo: "Cariño, quizás te gustaría tener uno de estos en casa. Leones y tigres y osos, ¡Dios mío!" Y como él hábilmente tejía un hilo para 'recordarme' mi programación del Mago de Oz, rió de nuevo e hizo reír también a las personas que se encontraban alrededor. Lo que no sabían era que Bob Hope acababa de decir de una manera magistral una de las frases del programa destinadas a que dejara de recordar la vida que estaba viviendo, sirviéndole como esclava sexual con control mental total.

Más tarde en la fiesta había una enorme ducha cuadrada hecha de azulejos con los lados de cristal transparente y diversas boquillas. Muchos hombres y mujeres se metían a la vez y se frotaban con jabón y luego se frotaban los unos contra los otros y terminaban haciendo una gran orgía. Personalmente, a Bob le gustaban más las cosas de uno-en-uno, pero le gustaba verme estando involucrada con grupos, o ver a las parejas individualmente teniendo sexo.

A veces, alguien del Consejo me programaba antes para entregar un mensaje a algún artista o famoso en una fiesta que sabían que yo asistiría. No creo que Bob sólo conociera algunos de los mensajes que yo estaba entregando. Recibía instrucciones de retener el mensaje hasta haberme encontrado "con" la persona específica y más tarde, cuando nuestras miradas se encontraban y tenía toda su atención, yo cuidadosamente "dejaba caer el mensaje" manteniendo siempre contacto visual.

Normalmente yo estaba muy tranquila, y cuando había que entregar estos mensajes del Consejo, Bob no siempre era consciente de que hablaría. A menudo la atrapaban con la guardia baja y bromeaba sobre que le encantaba estar conmigo porque nunca sabía qué saldría de mi boca en un momento u otro. Decía a la gente que yo tenía un ingenio natural, pero yo en realidad estaba programada por otros para entregar mensajes inteligentes, hechos a medida para ciertos individuos selectos.

En una de las fiestas de Hefner, Bob me hizo ponerme un vestido de noche negro ceñido, largo y ajustado, sin tirantes y con escote. Con una flor blanca fijada sobre mi pecho izquierdo. Llevaba una cartera negra y zapatos de tacón negro. Llegamos a la fiesta en una de las limusinas de Bob. Los conductores de las limusinas siempre nos esperaban por si acaso Bob quería irse en cualquier momento. A veces, Bob me llevaba hasta el coche para tener relaciones sexuales durante la fiesta o para tener una "pequeña charla" sobre mi comportamiento o sobre lo que debía vigilar o recordar. Le gustaba golpearme cuando yo era mala y él me hacía quitarme el vestido y me quedaba desnuda sobre su regazo para ser azotada. Me habían entrenado para que esto fuera una "activación" y cuando esto ocurría, él se calentaba mucho y el sexo le gustaba más.

En las fiestas de Hefner a las que asistimos, los hombres no acostumbraban a venir con sus esposas. Las noches que estuve allí, parecía como si hubiera una regla no escrita según la cual a las esposas no se les permitía el acceso, como si se tratara de un "club de hombres" exclusivo donde ocasionalmente se repetía de mujer, pero no se permitía llevar a las esposas. Las habitaciones a menudo estaban llenas de humo y eran ruidosas y la gente, especialmente las mujeres, iban tan maquilladas que parecían de plástico.

En una fiesta, Bob me llevó a una habitación trasera donde se suponía que una "conejita" playboy tenía que "enseñarme algunas cosas". Ella yacía desnuda sobre una alfombra de piel blanca y se tocaba toda ella ante nosotros. Bob se inclinó y me dijo que poco a poco y amablemente entrara en su mundo. Nosotros dos nos tocábamos, mientras Bob decía: "Qué cosa más bella sois ambas, como unas bellas obras de arte".
La conejita playboy me quitó el vestido y empezó a hacerme sexo oral mientras Bob nos miraba. No estoy muy segura de lo que "aprendí", pero a partir de entonces, tuve un montón de trajes de conejita playboy - collares de conejita, plumas para ponerme en el culo, y zapatos de tacón a juego. Acabé "tratando" con muchos hombres en las fiestas de Bob con las cosas que había "aprendido".

A veces yo bailaba, también. Creo que muchas cosas se pueden haber filmado sin mi conocimiento. A menudo me utilizaban para bailar en pornografía. Bob hacía chasquear los dedos cuando todo había terminado y yo me "desentendía", me levantaba y volvía a casa con él o hacía cualquier otra cosa. Algunas partes de mí querían que mi madre me ayudara, o me sacara de allí, pero ella nunca pudo.

Bob me ponía un collar del playboy en el cuello y decía: "¿Esto es tu collar o tu cuello?" Yo estaba programada para llevar aquellos collares. Cuando llevaba el collar de conejita, adoptaba la personalidad de Starlite, la chica del show sexy. A veces Bob me ponía el collar en su casa, "sólo por el gusto de hacerlo", solía decir. El uso de collares con diamantes estaba reservado para los presidentes y otros altos mandos.
Cuando llegaba el momento de irse, Bob recogía nuestros abrigos de manos del mayordomo y nos íbamos. Dos hombres jóvenes guapos, trajeados, pulcros y con apariencia de agentes del Servicio Secreto, nos seguían directamente detrás nuestro y se quedaban con nosotros hasta que entrábamos en la limusina negra que nos recogía delante. Parecía como si estuvieran vigilando a Bob hasta que llegábamos con seguridad a la limusina. De alguna manera los conductores de limusinas siempre estaban allí o cerca e inmediatamente acercaban el coche cuando aparecía en Bob. Una vez en la limusina Bob me pedía un masaje en los pies o en el cuello o sexo oral y, como estaba programada, yo accedía. Esa noche me pidió que le hiciera un masaje en los pies. "Premio de oro de los pies", decía Bob. "Quizás pueda ganar el premio de oro en los pies ya que parece que no puedo nunca ganar ningún Oscar", decía, riendo su propia broma.


DEAN MARTIN

Normalmente yo era una de las chicas más jóvenes en las fiestas y la mayoría de los hombres eran bastante viejos. Dean Martin estaba en una fiesta una noche y estaba borracho. Quería que me sentara en su regazo. Mirando hacia Bob astutamente, Dean dijo: "Vamos Bob, comparte un poco tu linda cosa joven".
Miré a Bob para qué me indicara y contestó: "Está bien", haciendo una amplia sonrisa a su amigo. Tímidamente, me acerqué y me senté en la falda de Dean Martin. Todos los ojos en la habitación miraban ahora a Dean. Tomó uno de los lazos de mi vestido y lo deshizo mientras todos le animaban. Miré hacia Bob, sintiéndome tímida y asustada, pero sonriendo, como dictaba mi programación.

Entonces Dean deshizo el otro lazo, tiró de mi vestido hacia abajo, y me cogió un pecho. Con cada movimiento que hacía poco a poco se volvía hacia Bob, pidiendo permiso. "Bob, ¿puedo quitarle el sujetador?" "Sí", dijo Bob con una sonrisa pícara en la cara mientras todos seguían jaleando.
"Bob, ¿me puedo meter un pecho en la boca?" Y como Bob le dio permiso, Dean dejó su bebida y el cigarrillo y se inclinó para chuparme el pecho. Olía mucho a licor. Tenía los ojos inyectados de sangre y hablaba despacio y arrastrando las palabras. Me daba miedo porque no sabía si me haría daño. Después preguntó a Bob si podía quitarme el vestido a lo que Bob respondió: "Sí", mientras el grupo le aclamaba de nuevo. Después de quitarme el vestido, Dean le preguntó: "Bob, ¿le puedo quitar las bragas?"
Bob le dijo que estaba de acuerdo y así Dean me quitó las bragas y me puso sobre una mesa y empezó a meterme el dedo. Yo me retorcía y daba gemidos sexuales, como si hubiera sido entrenada para ello. Todas las personas que lo miraban se estaban calentando y comenzaron a tener sexo en grupo.

Cuando Dean hubo terminado, Bob se acercó para "rescatarme", me llevó al baño, me metió en la ducha y me dijo que me vistiera, que iríamos a casa a hacer nuestra propia fiesta privada, ahora que Dean me había calentado.

Más tarde esa noche, un hombre al que yo no conocía se acercó a nosotros y dijo: "Bob, tienes que decirme tu secreto. Debes tener algo de lo que no hablas si puedes atraer las atenciones de una muchacha joven y bonita como esta. Así que dime... ¿cuál es tu secreto?"
Bob le miró despectivamente y le dijo, "Geritol". Y luego riendo le dijo: "No creías que te diría mi secreto, no? Entonces no sería nunca más un secreto y tú podrías conseguir cosas bonitas jóvenes en mi lugar". Y luego ambos se pusieron a reír, pero el hombre todavía parecía muy curioso, como si se preguntara como lo hacía Bob.
"¿Él le está pagando grandes sumas de dinero?" Me preguntó el hombre.
"No, señor, sólo estoy con Bob por placer", sonreí, mirando con adoración a Bob tal como estaba programada para hacer.
El hombre hizo que no con la cabeza y dijo: "Bueno, ha sido un placer verte de nuevo Bob y conocer a la señorita... ¿como has dicho que te llamas?"
"... Weatherby, Sharon Weatherby"
Y el hombre sonrió y dijo: "Ha sido un placer", y se alejó. Cuanto más llamaba la atención de otros hombres, más me deseaba sexualmente Bob esa noche.


FRANK SINATRA

Bob Hope y Frank Sinatra jugaban juntos al golf. Cuando estaba con ellos en el campo. Bob me dijo que le dijera a Frank Sinatra, "tío Frank" o "tío Frankie". Durante años, el "tío Frankie", se presentaba como representante de Bob, 'el duro' porque me 'mantenía a raya'. Era como si apareciera en un lugar sólo cuando me llevaban y me dejaban verlo y luego irme rápidamente. Sólo su visión ya era aterradora debido a las experiencias violentas que tuve con él desde que era una adolescente. Frank Sinatra estaba conectado a la parte más alta de la mafia - muy arriba.

El tío Frankie mostraba algunos comportamientos católicos y utilizaba la jerga católica y parecía sincero cuando hablaba de su amor por su familia y su país, pero sus acciones no apoyaban lo que decía que creía. Dispuso, fácilmente y sin remordimientos, la muerte de mucha gente, a veces explicando a los sicarios exactamente como quería que lo hicieran, a veces mientras estaba teniendo relaciones sexuales conmigo. Una vez les decía a aquellos tipos que desmembraran a tal hombre y lanzaran el brazo a los tiburones. "Que el hombre siga con vida para que vea como los tiburones se comen su brazo y luego haced lo mismo con la pierna, pero aseguraros de que sigue vivo y fijaros porque deberéis hacerlo rápidamente. Utilizad una sierra mecánica para hacer todo esto y decidle al hijo de puta que todo su cuerpo será lo siguiente y que el brazo y la pierna eran un aperitivo para los tiburones". Yo estaba horrorizada, pero sabía que no tenía ni siquiera que reconocer que había oído nada, así que sonreí y actué como si ni siquiera estuviera escuchando y me dediqué a satisfacerlo sexualmente en aras de mi propia seguridad. Frank dijo: "Espera un minuto muñeca, primero tengo que atender los negocios". Así que me quedé allí, esperando, acariciándole con las manos, haciendo cortos movimientos nerviosos por sobre su pecho.

Después de que el sicario se fuera, Frank empezó a morderme por todas partes y actuaba como si estuviera en un buen estado de ánimo y estuviera jugando conmigo. Pero te diré que él no pensaba en absoluto que hubiera matado a alguien y había veces que le oí pedirles que le llevaran un objeto personal de la gente para asegurarse de que el trabajo ya estaba hecho. Una vez tiró un anillo de un hombre que había matado dentro de un canal de agua. El agua fluía rápidamente y me dijo que el anillo podría ser arrastrado lejos de donde originalmente él la había lanzado. Sólo sonreí y le cogí la mano. Siempre estaba tratando de complacerlo para seguir con vida.


BING CROSBY

Una Navidad, Bob me entregó como si fuera un regalo sexual sorpresa a su buen amigo y compañero, Bing Crosby. Bing apenas había terminado la grabación de su programa de Navidad. Bob me había instalado para que esperara en un armario del camerino de Bing y yo tenía las instrucciones: "Quédate aquí como si fueras un maniquí, sin moverte hasta que Bing abra la puerta". Bob me dispuso en una posición de "quédate quieta como un maniquí" una modalidad de instrucción y me envolvió con una gran cinta roja con un lazo. Por otra parte, yo estaba totalmente desnuda. Una tarjeta se había adjuntado a la cinta. Bob me dio instrucciones de "quedarme quieta", hasta que Bing abriera el armario
Al cerrarme la puerta del armario, Bob dijo: "Estarás bien".
Cuando Bing abrió el armario para cambiarse de ropa, allí estaba yo, totalmente desnuda, vestida con una cinta roja y con una tarjeta de felicitación. Bing se rió y leyó una parte de la carta en voz alta, "una muñeca para ¿f ---- r??!" Y él se rió y se rió. Rió tanto que se inclinó y se sostuvo el estómago.
Bing se quitó el traje y puso la chaqueta en el respaldo de la silla, puso el resto de su ropa en el asiento y se quedó sólo con el sombrero de copa negro, los zapatos y los calcetines. Llevaba el tipo de calcetines que un elástico negro los sostienen hacia arriba. Siguió mirándome, sin quitarme los ojos de encima mientras se iba cambiando de ropa. Parecía muy entusiasmado con este regalo, pero también parecía preocupado.
Había instrucciones de la tarjeta, lo sé, porque él la dejó en el suelo y yo la leí y retuve con la memoria fotográfica. Decía: "Esta chica encantadora es tuya para toda la noche. No la podrás desnudar. Ella te satisfará en todos los sentidos imaginables. Sólo hace falta que te acerques, tómese su mano izquierda, se la aprietes y le digas: "Ven bonita, vámonos a casa". Ah, por cierto, ponle una gabardina mientras está de viaje, no vendrá sin ropa".
Así que Bing me cogió de la mano y me sacó del armario. Actuaba como si yo me tuviera que romper o despertar o algo así. Me trataba como si yo no fuera real. Fue muy cauto al principio. Bing y yo nos metimos en una limusina que estaba esperando y fuimos a un ático, "a relajarnos", dijo Bing. Era su segundo hogar, un lugar seguro, dijo, como en la canción "subir a la azotea". Cantó y bailó un poco y yo me senté en la cama y le miraba. Cantó una vieja canción de la que yo nunca había oído hablar y parecía antigua, pero él siempre tenía una sonrisa en la cara. Parecía que bailaba de nervios, de no saber muy bien qué hacer.
No me apartó la vista ni un minuto. Entonces se acercó, deshizo el lazo del impermeable y lentamente fue desabrochando los botones. Yo iba descalza y los pies estaban morados y fríos. Quitó la ropa de la cama y yo me subí y él comenzó a tocarme, todavía vestido, cuando sonó el teléfono. Puso el receptor a un lado, mientras la persona hablaba desde el otro extremo. Rió de una manera torpe y me susurró al oído, "¡Sólo las últimas instrucciones de Bob!"
Bing colgó y dijo, como si yo no pudiera escuchar o comprender, "¡Bob me ha dicho que tengo que frotarte el ombligo haciendo círculos para excitarte!" Empezó a frotarme haciendo movimientos circulares alrededor de mi ombligo, activando mis programas táctiles de pasión sexual, y empecé a hacer el "ohhhhhh" programado y los gemidos y tuvo una erección después de oír esto y se quitó los pantalones mientras aún estaba frotando. Era como si me percibiera como un robot y tuviera miedo a no saber cómo hacerme funcionar... miedo a que algo pudiera salir mal.
Entré en mi modo de baile en la cama y le quité el resto de su ropa. Tal como Bob me había dado instrucciones. "Él dice que estás soñando con una Navidad Blanca y que te guiñe un ojo". Una vez entregado esto, le hice sexo oral y le froté todo el cuerpo. Entonces me subí encima de él y lo satisfice sexualmente. Se había tomado una copa en la limusina que se mezclaba con su colonia, y olía a alcohol. Después de haber terminado, se fue directo a dormir. Me acurruqué a su lado y me quedé dormida, también. Quizás todo esto fue para asegurarse de que había tenido la Navidad Blanca que él soñaba.

Algún tiempo después, el teléfono sonó y nos despertó. Se vistió, me puso de nuevo la gabardina y me acompañó dentro del ascensor y hasta una limusina que esperaba. Él se quedó y me dejó en la limusina y no me llevó de vuelta con Bob, sino que me llevó al aeropuerto y volví volando a casa. El chofer de la limusina me dio la ropa para que me vistiera, y cuando llegué al avión dormí todo el vuelo hasta casa, como siempre estaba programada para hacerlo.


PUEDES DORMIR HASTA LLEGAR A CASA

Mi programada madre me recogió en el aeropuerto de LAX y me dio una bolsa de papel marrón con mi ropa dentro. Yo como un robot fui al baño del aeropuerto, me puse la ropa y me fui con mi madre, que se limitó a decir: "Vamos a casa, bonita. Puedes dormir hasta llegar a casa"
Dormí en el coche hasta llegar a casa. Cuando llegamos, me metí en la cama y enterré todo el recuerdo de aquel momento, al igual que todos los otros antes de él, profundamente en mi subconsciente, ya que mi programación así lo mandaba.
Si cuando volvía era de noche, tenía instrucciones de lavar todos los recuerdos de la noche con un baño nocturno. La orden hipnótica incrustada en mi programada mente era: "Todo lo que haya sucedido se irá por el desagüe con el agua y será olvidado y habrá desaparecido para siempre". Entonces, ya podía irme a dormir. Si por alguna razón no tenía tiempo de tomar un baño antes de dejar a Bob y volvía a Woodland Hills, tenía instrucciones de tomar uno en casa antes de ir a la cama y tenía el mismo efecto amnésico.

Aquellos días, me sentía muy cansada la mayor parte del tiempo. Algunas veces tenía que ir al instituto al día siguiente o, más tarde, en la universidad, y me despertaba con escozor en los ojos y el maquillaje seguía siendo el de la noche anterior. Mi madre siempre tenía problemas para despertarme por las mañanas. Hubo veces en que ella o mi padre me echaban agua sobre la cabeza intentando despertarme. Los fines de semana, se me permitía dormir hasta las 11:00 o las 12:00 si quería. Nunca pude entender por qué siempre estaba tan exhausta. Ahora sé por qué.

Durante mis años en la escuela secundaria, Bob decía que me estaba entrenando para que yo fuera una estrella, pero en realidad me estaba entrenando para entretener en privado a sus amigos ricos y famosos, políticos o a las tropas.

Fue durante estos años cuando empecé a tener mucho acceso y programación del Consejo, para ser utilizada con muchos hombres y mujeres influyentes en posiciones de poder. Mi utilización dentro de los círculos gubernamentales se garantizaba mediante la prueba de seguridad debida al control mental al que estaba sometida. Consideraban que mi programación ocultaba la información que yo llevaba, de mi propia conciencia y del acceso de otros que no conocían las claves y los códigos en mi sistema. Pero lo que parece que los gobernantes no sabían era que el Consejo también tenía la capacidad de acceder a mí. Dejando caer en secreto sus propios mensajes psicológicamente probados y cuidadosamente investigados para que yo entregara a los presidentes, gobernadores, senadores, líderes extranjeros, artistas, y muchas otras personas que estaban en posiciones de poder o influencia pública.

El Consejo estudiaba los perfiles de la gente y sabía exactamente cuáles eran sus gustos y sus aversiones, sus preferencias sexuales, y cualquier otra información que pudiera ser utilizada para influir en las personas de manera que la persona en cuestión ni siquiera estuviera enterada. El Consejo me programaba previamente con instrucciones, todas ellas basadas en la cuidadosa investigación previa de la persona en cuestión... qué ponerme, cómo actuar, qué tipo de postura sexual adoptar, qué palabras o frases decir, y el mejor momento para dejarlas caer. Para el Consejo siempre se trataba de una estrategia completa y nunca me envió a nadie sin una preparación específica.

De esta manera, influían en los líderes del gobierno para que actuaran en su propio beneficio, para aprobar o vetar leyes o proyectos de ley que beneficiaban a sus participaciones sociales, para llevar a la oficina a las personas que podrían ser utilizadas como peones, para influir en los jueces y los organismos gubernamentales, para conseguir grandes sumas de dinero, y para controlar la gente en todos los ámbitos de su vida.

Mi experiencia me dice que el Consejo públicamente no tenían nombre y eran desconocidos, y este anonimato es lo que hacía posible que ejercieran el poder sobre las masas. Desde mi punto de vista, estas personas actuando desde la sombra efectivamente dictaban de manera subversiva y discreta las direcciones que nuestro gobierno tomaba en su momento. Estaban conectados a gente poderosa como Bob Hope, a través de mí como su relación secreta, aunque estaba programada para no ser consciente. Creían que tenían sus identidades y su seguridad cerradas a cal y canto.

"Di a los ricos de este mundo actual que no sean arrogantes ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino que pongan su esperanza en Dios, que nos da de todo abundantemente para que lo disfrutemos". - 1 Timoteo 6:17






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